sábado, 15 de abril de 2017

La grandeza de lo pequeño

Querida Laura,

No tengo la más mínima duda de los sentimientos que albergáis en tu familia. Especialmente tus niños a los que deseo muchas más alegrías que tristezas en el futuro.

Defender a un padre honra a una hija. Y defender la ilusión de los hijos enaltece a una madre. Pero aparte del sentimiento, nuestras acciones deben ser guiadas por la razón. Yo Laura, no tengo la más mínima inquina a tu familia ni os deseo mal alguno. Todo lo contrario. Me gustaría mucho tener una absoluta confianza en vosotros que no dejara resquicio a la duda.

Pero nos cuentas, Laura,  que tu papá en un encomiable ejercicio de alturismo, sigue poniendo dinero cada año sin siquiera ser accionista de la entidad. ¿Te parece esto normal?  Tu padre, que arriesga su patrimonio no sólo no tiene acciones del Hércules, sino que tampoco tiene cargo orgánico alguno en la entidad. ¿Es esto posible? ¿Como pone el dinerillo? ¿Cuánto? ¿Es una donación, o se convierte en deuda del club para con vosotros? Querida Laura, es este modo de proceder el que no favorece la confianza en vosotros. No sois transparentes. No sois de fiar.

Sí, ya se que tu padre tiene otros negocios, que su tiempo es escaso y sus ocupaciones no le permiten ciertas cosas. Pero Laura, ¿No crees que tu padre debería afrontar de frente y por derecho la gestión del equipo que tanto queréis? ¿No crees que debería avalar con su nombre la  presidencia de este club que tanto sentís, poniendo en juego su prestigio personal? Siendo él el primer responsable del club ¿Qué empresario no querría formar parte de una gestión exitosa?

Pero claro, Laura, mientras siga sin formar parte ni aparecer más que como acreedor principal del club, nadie en su sano juicio o con intenciones honradas se atreverá a acercarse a vosotros. Lo habéis dejado claro en el pasado: Vuestra gestión en primera; el caso Sergio Fernández; la llegada de Pitarch; el retorno de Portillo; la aparición de Ramírez camuflado en el papel de colaborador publicitario, etc. Tu papá no está, pero lo mangonea todo. Es la mano que mueve los hilos del club, y que lo mantiene en la UVI. Es como esa madre enferma que daña al hijo para poder cuidarlo. Y no hay visos de que esto cambie. No hay grandeza en esta forma de proceder, Laura. Es una forma de hacer de persona pequeña, que lo hace todo ocultándose.

Nos acusas de dejarle remar solo. Pobre D. Enrique. Me lo estoy imaginando en su pequeño yate en traje de baño y con un remo en la mano. Y solo. Absolutamente solo, remando al viento, pero sin correr detrás de él para mirar siempre al futuro.

Pero ya no está solo. El alcalde le acompaña en el sentimiento. Bienvenido Alcalde a la famiglia Ortiz. Esa es la grandeza de una famiglia como la vuestra, y de un Alcalde como el que hay. La enorme grandeza de lo pequeño.






La grandeza de un sentimiento

Este artículo fue escrito por Laura Ortiz, hija de Enrique Ortiz Selfa y pareja sentimental de Javier Portillo, y ha sido publicado en el diario INFORMACIÓN de Alicante esta misma semana

La grandeza de un sentimiento

14.04.2017 | 08:49

La grandeza de un sentimiento

El calendario señalaba el año 99 cuando por primera vez se pronunció la palabra Hércules en mi casa. Por aquel entonces yo era tan solo una niña y no sabía muy bien si se referían al afamado héroe de la mitología griega o al club de fútbol del que alguna vez había oído hablar de pasada.

Fue cuando pisé el Rico Pérez por primera vez cuando comprendí lo que significaba aquella palabra, un sentimiento, aunque ni por asomo imaginé que ese nombre marcaría nuestras vidas, y la mía en particular, con la fuerza de un ciclón.

El tiempo pasa tan deprisa que a veces asusta, y casi sin darme cuenta ya han pasado dieciocho años de aquel entonces, dieciocho años que han dado cabida a muchas alegrías pero en los que también se han derramado muchas lágrimas, dieciocho años mágicos que me han enseñado la grandeza de este sentimiento.

Es por ello que no entiendo que algunos duden de que somos herculanos de verdad, de esos que sienten con el corazón, de esos que se alegran de los triunfos y lloran con las derrotas.

A aquellos que dudáis, o que pensáis que el señor Ortiz y sus allegados son los únicos culpables de la caótica situación en la que nos encontramos, ¿os habéis llegado a preguntar por qué son los únicos? Ciertamente son los únicos, pero porque llevan dieciocho años remando solos con un mar de fondo que a veces amenaza con volcar la embarcación, pero ellos siguen remando. ¿Cuántas oportunidades han existido a lo largo de todos estos años para que la sociedad y el empresariado alicantino se implicara subiéndose a esta embarcación para hacerla llegar a buen puerto?

«El del purito», a los que algunos llaman caradura por ser el único tonto en lanzar un salvavidas a esa embarcación que, antes de tripularla hace más de 18 años, ya iba a la deriva arrastrando una deuda de 10 millones de euros y al borde de su hundimiento.

«El del purito», persona que siente y padece, ríe y llora, acierta y también yerra, y según muchos, el único culpable de esta situación, solo y exclusivamente él, porque no ha habido nadie más dispuesto a arriesgar parte de su patrimonio en algo que además de no reportarle beneficio económico alguno (sino todo lo contrario) ha servido como excusa para que muchos le griten, insulten y critiquen.

No soy experta en análisis de gestión deportiva, a diferencia de muchos autores de las columnas de opinión que leo a diario, pero lo que sí sé es que el señor Ortiz ha aportado muchos millones de euros al club y que se ha equivocado miles de veces, y que su gestión ha sido nefasta en muchas ocasiones. También sé que cuando estos errores de gestión ocurren, él es el mayor perjudicado.

No pido el aplauso de todos vosotros pero por lo menos sí el respeto.

¿Entonces, por qué? ¿Por qué sigue en el Hércules «erre que erre»?. Ni yo misma a veces lo entiendo, porque las cosas del corazón no entienden de razón.

Pero no os culpo de que en este mundo en el que parece primar el dinero, el poder y la ambición no pueda entenderse que este señor esté en el Hércules a cambio de nada.

Este señor sigue al pie del cañón por varios motivos:

Sigue porque es alicantino, porque ama sus colores y porque quiere que su equipo esté donde tiene que estar, y no digo en Segunda, él es ganador y lo quiere en Primera.

Sigue porque no está dispuesto a que este club caiga en manos ajenas al herculanismo, que no sepa lo que significa este escudo, su gente y su afición. Ojalá fueran muchos los alicantinos dispuestos a ayudar al club de todos.

Sigue por sus nietos, que dijeron «Heke» antes que papá, porque duermen con la camiseta puesta, porque se les ilumina el rostro cuando ven su escudo y porque celebran sus goles como si hubieran ganado la Champions.

Sigue por su gente, por su afición, por el futbol de su tierra.

No sé qué clase de mente puede pensar que este señor comete errores a consciencia para luego tener que meter otra vez dinero en este pozo sin fondo.

No sé qué clase de mente puede pensar que este caradura hace intencionadamente equipos incapaces de ascender para que al año siguiente en vez de tener un club que subsista por sí solo tenga que volver a meter dinero otra vez.

Porque no sé si serán conocedores de que el Hércules necesita grandes aportaciones anuales para su subsistencia, y que las sigue realizando este señor, sin tener ni una sola acción y además siendo criticado.

Dice un proverbio ruso que «mirar al pasado es correr tras el viento», miremos hoy al presente para poder hablar de un futuro exitoso, un presente en el que el Hércules vive una de las situaciones más dramáticas de su existencia, pero miremos juntos, unidos, no por un acto de gracia, sino porque es lo que el Hércules necesita.

Sigamos el ejemplo del señor Echávarri, al que como herculana tengo mucho que agradecer, porque tiene mucha culpa de que hoy estemos vivos. Tengo que agradecerle que haya puesto cordura ante esta situación, explicando con sus actos a todos los alicantinos que este club es propiedad de la ciudad de Alicante, que sin ser el señor Ortiz santo de su devoción, se ha enfundado la camiseta blanquiazul para defender a capa y espada sus colores.

Gracias por entender un sentimiento, porque es un honor tener un alcalde que tenga el corazón teñido de blanco y azul.

Porque todos, lo queramos o no, somos una familia. Porque por las venas nos corre la misma sangre, y también, para pesar de muchos, por las del señor Ortiz, que me enseñó desde niña a amar mis colores. ¡Macho Hércules! Hoy y siempre.